El Pregón de la Semana Santa de Josele en Castilblanco de los Arroyos


Este sábado al terminar el último día de Quinario de Hermandad de la Soledad Castilblanco de los Arroyos disfrutamos del Pregón de la Semana Santa de Castilblanco de los Arroyos de mi amigo, maestro y referente José Manuel León.

JUAN CARLOS ROMERO | Josele nos legó una magistral lección de historia, cultura y religiosidad popular. Supo exhibir con orgullo lo bueno que atesoramos y trasladarlo con la gracia de su universo creativo.

Gratitud, admiración y orgullo fueron sentimientos que sentí entre Josele y Rafael. Entre personas queridas y amigos.

Con la autoridad que le dan sus años de vocación, entrega y compromiso con las hermandades locales, con el rigor, el talante y el saber de un gran conocedor de tantas historias pequeñas y anónimas, de esas que no rezan en ningún documento escrito pero fueron y estuvieron, el pregonero puso a cada uno en su sitio. Y todo sin dar de lado a adversidades y problemas de nuestro tiempo, pues Josele, como diría el arzobispo José Ángel Saiz Meneses, es un cristiano que se siente co-rresponsable con las situaciones que vive nuestra comunidad. Así lo dejó claro más allá de las anécdotas, consciente del ejemplo que debemos dar en palabra y especialmente en buenas obras u acciones.

Contundente y con un hondo sentido religioso, sin renunciar a la alegría, Josele nos supo guiar meciéndonos con su buen verbo desde la lágrima a la sonrisa recordando situaciones que han forjado nuestra identidad colectiva. Con la inteligencia y saber de quién no tiene que desvestir a un santo para vestir a otro, de quién sabe que los méritos de nuestros iguales no van en demérito de ninguna otra persona y saca lo mejor de nosotros.

Lo que iluminan sus versos no se lo lleva de vuelta, es parte de nosotros para siempre.

Hizo un particular repaso del pueblo del que venimos. Hiló fino en un particular «Evangelio según Castilblanco» con el que se aproximó a nuestras tres hermandades de penitencia, al grupo parroquial de La Borriquita, y a las hermandades de gloria de San Benito y Escardiel.

El pregón resonó diferente en cada oyente. En un año especial por la entrega de la Llave de la Villa a Nuestro Padre Jesús Nazareno, en este pregón quiso subrayar su fundada atribución de esta maravillosa talla al insigne imaginero de Utrera, Francisco Antonio Ruiz Gijón.

PRÓDIGA CARRERA DE PREGONERO

Tuvo palabras también para la Virgen de Gracia, como patrona, o para el Dulce Nombre. Dejó una pelota sobre el tejado de nuestra comunidad parroquial al aludir a una devoción omnipresente pero tantos años olvidada como la del Divino Salvador, imagen titular de la Parroquia ubicada en un emplazamiento privilegiado presidiendo el retablo mayor del templo.

Josele cerró un círculo en su pródiga carrera de pregonero en nuestro pueblo que arrancase hace décadas con La Borriquita, con dos ocasiones gracias a la Vera Cruz y con una más con Ntro. Padre Jesús Nazareno.

El broche lo vivimos anoche bajo el manto de la que históricamente unió, como Madre, a todos los castilblanqueños en la Semana de Pasión: la Virgen de los Dolores en su Soledad.

Los sones de Las Nieves fueron premonitorios de un Sábado Santo, el nuestro, que es ante todo popular. De algarabía, vivas y glorias.

Una saeta con letra del poeta Manolo Amador rompió la emoción contenida en el extraordinario sentimiento y desbordante caudal de arte de mi amigo Rafael Velázquez, dedicada a nuestra Rosa de El Puente. Un artista, por cierto, que ha tenido en su hermandad esta primera saeta, y a quién agradezco personalmente su saber estar, constancia y trabajo incansable hasta hacer realidad ese instante que compartió con todos nosotros.

AGRADECIMIENTOS

No puedo dejar de agradecer al pregonero las palabras con las que antes de ahondar en el Pregón tuvo a bien reconocerme como profesional y como persona comprometida. Y especialmente la determinación con la que me brindó su confianza y el honor de invitarme a vivir junto a él y junto a Rafael un día precioso que, como si de una reliquia se tratase, quedará para siempre grabado en nuestros corazones.

Gracias a la gente de mi hermandad de La Soledad por sus desvelos y por la organización, al párroco Manuel Cabeza y a mi admirada Luisa La Apañila -tan importante en nuestra parroquia- por sus atenciones, y a las hermandades que nos acompañaron. También a mi familia, que quisieron acompañarme y arroparme.

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