La romería de los brotes verdes en Castilblanco


Fotografía: Juan Carlos Romero

La ermita de Escardiel acoge este 9 y 10 de septiembre la romería en honor a la Virgen con la que el municipio serrano culmina el tiempo estival

QUEDA PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL EN OTRAS PÁGINAS Y MEDIOS DE ESTE ARTÍCULO PERIODÍSTICO SIN PREVIA AUTORIZACIÓN Y CONSENTIMIENTO EXPRESO DE SU AUTOR

JUAN C. ROMERO | Con la llegada de septiembre, en el imaginario de los vecinos y en el calendario de Castilblanco de los Arroyos aún quedan días para celebrar el encuentro con familiares y seres queridos. Y no son días menores, el municipio vuelve a los caminos de antaño entre los primeros brotes verdes del campo para venerar a su advocación señera, la Virgen de Escardiel.

Las lluvias del último fin de semana guiaron la senda del nuevo tiempo, y mientras de manera lenta y sosegada se fragua el reverdecer en la Sierra Morena sevillana, los escardieleros engalanan con los mismos compases las carretas, limpian las encinas que darán cobijo a la noche de romería, dan lustre a los botos, y aguardan el encuentro con una imagen tallada en madera de encina que, desde un costado de la calzada romana de la Vía de la Plata, tienen como protectora.

Esta advocación de María propia de Castilblanco tiene una veintena de mujeres que llevan su nombre: Escardiel. Un vocablo que hasta el siglo XVI se documentaba también para dar nombre a los hombres.

El hito más reciente vinculado con esta devoción centenaria se vivió en mayo de 2022, cuando el arzobispo José Ángel Saiz cumplió con la Coronación canónica de la Virgen, que fue pregonada por el primer hermano mayor y padre de la hermandad moderna, José Manuel León.

9 y 10 de septiembre: la romería

Las primeras lluvias, tan necesarias para el campo andaluz en este periodo largo y agravado de sequía, coincidieron el pasado fin de semana con los cultos en el templo parroquial del Divino Salvador ante el Simpecado de la Virgen, que culminaron con la popular Fiesta del Puente.

En una maniobra de última hora, la Hermandad de Escardiel se vio obligada a trasladar a toda prisa a la caseta municipal toda la logística de este festejo -que se organiza para sufragar parte de los gastos de la romería- debido a la alerta amarilla por tormentas que notificó la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la provincia de Sevilla.

Con todo, la respuesta popular y la labor de la hermandad hicieron el milagro una vez más, pues esta corporación religiosa, aunque llegó a ser depositaria de herencias y propiedades, quedó al borde del abismo, despojada de sus bienes en la desamortización, y asolada durante la invasión napoleónica en el siglo XIX; al resguardo de sus devotos en las décadas posteriores.

A los devotos anónimos y a la devoción que se alimenta en cada familia castilblanqueña debe hoy su existencia y la preservación de buena parte de su patrimonio. Así, en los años noventa la Hermandad recuperó el camino de la ermita, gracias a una labor de investigación y defensa ante la Justicia que acabó dándoles la razón, y donde fue notable la perseverancia de los hermanos Juan y Félix Lobo Iglesias.

También fue sobresaliente la recuperación del Cristo de los Vaqueros, el primer crucificado documentado del insigne escultor e imaginero Francisco Antonio Ruiz Gijón, que desapareció de la ermita de Escardiel, permaneció un tiempo en las Escuelas Profesionales de Cazalla de la Sierra, y acabó en la Parroquia de San Lucas Evangelista, en Sevilla, donde el veterano escardielero Manuel Mulero logró identificarla y facilitó que la junta de Gobierno de Julián León junto al Arzobispado de Sevilla devolviese a su tierra al Cristo al que iluminaban con lámparas de aceite los vaqueros de Castilblanco clamando por sus familias.

Como consecuencia de esta vuelta del Cristo de los Vaqueros a la ermita de Escardiel, la Parroquia de San Lucas Evangelista atesora una réplica que sale en Via Crucis por las calles de Sevilla, por lo que el «de los Vaqueros» tiene en la capital hispalense una misma función evangelizadora enraizada en la sierra castilblanqueña. Y así se hace evidente cada año.

La romería arranca el sábado 9 de septiembre a mediodía. A las tres de la tarde el Simpecado es entronizado en una carreta guiada por bueyes para empezar un camino que los vecinos sienten como un tránsito con el que se cerrará todo un periodo de gracia hasta el año próximo.

El atardecer suena a tamboriles y cantes, y se dibuja entre las encinas de la ermita (que luce unos frescos singulares) con la presentación de los romeros ante la Virgen, que al final de la noche sale en procesión portada en andas como broche a la romería.

Fotografía: Juan Carlos Romero

En la jornada del domingo tiene lugar el retorno de los romeros en una algarabía frenética desde la ermita de Escardiel al pueblo de Castilblanco, apurando cada minuto de una fiesta que culmina.

La Virgen permanece en besamanos durante la mañana recibiendo a los romeros, y a mediodía se pone a prueba la astucia de los caballistas con las carreras de cinta en el llano junto a la ermita. Las cintas, a modo de brazalete, sobre los brazos dan cuenta de cada una de las cintas que con una aguja de madera han logrado obtener corriendo a lomos del caballo.

Entrega de trofeos tras las carreras de cintas del año 2023 /Juan Carlos Romero

Con el final de esta romería, las calles del municipio se envuelven del silencio cotidiano, de la paz de la serranía, y de la nostalgia de unos vecinos que vuelven a contar los días, soñando nuevos caminos y encuentros.

Deja un comentario