Castilblanco de los Arroyos conserva la tienda tradicional más madrugadora de Sevilla


Eduardo y Dolores abren desde 1.995 el negocio todos los días a las 5 de la mañana en Castilblanco de los Arroyos con quesos, chacina ibérica y pan casero de fabricantes de proximidad, y contando con pequeñas y medianas empresas de la Sierra Morena


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Cada día abierto desde las 5 de la mañana. Parece un lema, pero es la norma que ha regido por casi tres décadas el despacho Comestibles Romero Márquez, ubicado en la Avenida Antonio Machado de Castilblanco de los Arroyos, que abrió un 22 de diciembre de 1.995. El negocio, regentado por Eduardo Romero y Dolores Márquez, es un emblema del municipio y sus bocatas «al gusto» han sido degustados y celebrados por varias generaciones de vecinos y visitantes, algunos tan populares como la artista Rocío Jurado y José Ortega Cano, Mario Conde, Jesús Quintero, Juan Antonio Ruiz Espartaco y su padre, o José María González de Caldas, que dan buena cuenta del servicio de esta tienda tradicional, donde sacan pecho de manera especial de sus vecinos anónimos que llevan a sus casas los manjares que el negocio sigue ofreciendo.

«Muchos trabajadores entre semana pasan por nuestra tienda para llevarse el pan caliente al tajo, y en fines de semana y festivo volvemos a vernos porque acaban aquí la fiesta con un buen bocadillo», proclama Eduardo Romero, que este año ha cumplido su edad de jubilación, desde el pequeño despacho donde ha permanecido por más de veinte años con escasos cambios, motivo por el que se ha ganado el reconocimiento de su clientela, que lo conocen cariñosamente como ‘el Mande’. Tiendas como la suya había muchas en los noventa, hoy son escasas.

CAMINO DE SANTIAGO Y HOMENAJE INTERNACIONAL

En Castilblanco el pan de pueblo es una de las señas de identidad. «Es una de nuestras mejores bazas, el pan, que ahora traemos de la panadería de Neyra, un negocio familiar fundado en 1897, entre los más antiguos que aquí siguen abiertos con la cuarta generación al mando», detalla Romero. Los nombres del pan son peculiares, desde las vienas grandes y pequeñas a los molletes para el desayuno, el pan grande o el casero cortado y sin cortar. «Los clientes luego los piden de las maneras más ocurrentes que puedas imaginar: que si una boba, que si un pepito,…», expresa entre risas, «y nos adaptamos para darle lo que tenemos, le ponemos buen humor antetodo«. De 6 panaderías que tenía Castilblanco en los años noventa, han sobrevivido dos fábricas familiares.

La algarabía más internacional es cosa del día a día en Comestibles Romero Márquez. «A lo largo del año son centenares las personas que vienen haciendo el Camino de Santiago por la Vía de la Plata y pasan por nuestra tienda parar comprar el bocadillo, la fruta fresca, algunos embutidos o frutos secos«, explica Eduardo, «y aunque no se idiomas sí tengo empatía y consigo saber qué necesitan para que hagan su compra sin ninguna dificultad porque cuando la gente quiere entenderse, se entiende», añade.

La hora de apertura maratoniana de este negocio en la calle principal de Castilblanco es otra de las bazas: «a las 5 de la mañana abro, y sobre las 5:30 horas ya tenemos el amasado de pan humeante y recién hecho en el mostrador, eso hace que muchos trabajadores y muchos peregrinos puedan llevarse su bocata caliente». Por ese motivo una artista de Corea del Sur le dedicó una serie de viñetas durante su estancia en la Sierra Morena de Sevilla, como parte de un proyecto de intervención artística.

De la otra panadería, la de la familia Viera, llegan los cortadillos de cidra, los barquitos y las palmeras de huevo y de chocolate, que Eduardo y Dolores venden como rosquillas.

«Los dulces de Carmangustia, como se llama la matriarca, tienen mucha fama, los hornean en un horno de leña y cada semana vendemos centenares de paquetes de media docena de palmeras, las ofrecemos a todo el que viene a comprar y quién las prueba es fácil que repita cuando vuelva al pueblo o las lleve como regalo a sus seres queridos, los cortadillos de cidra pesan más que un ladrillo», bromea el tendero, y añade: «son productos auténticos y hechos en el obrador, y eso es algo que el cliente valora y aprecia».

NEGOCIOS FAMILIARES Y DE PROXIMIDAD

Del techo de este negocio cuelgan algunos de los manjares más demandados de este pequeño negocio familiar. «Vendemos chorizo dulce, picante y blanco de Almadén de la Plata, morcilla serrana para la comida, de cebolla o achorizada, y salchichón, morcón, lomitos o caña de lomo», desgranan Eduardo y Dolores, señalando a dos grandes hileras de donde cuelgan centenares de kilos de chacinas ibéricas llegadas desde el matadero de Francisco Alonso, ubicado junto a la cuesta del Calvario del pueblo vecino, otro negocio ahora en manos de la tercera generación de la misma familia.

Lo mismo ocurre con la selección de quesos de cabra, al pimentón, en aceite de oliva, en manteca, al romero o en corteza natural, pero todos de pequeñas queserías de campo que producen en función de la producción de leche de sus cabras de raza florida o retinta extremeña.

Arriba de una vitrina se ordenan en tiras la panceta ibérica y la papada. «Los quesos vienen de pueblos de nuestro entorno en la Sierra Morena de Sevilla y del Sur de Extremadura, con una selección de cabra y de oveja que ha variado poco en las más de dos décadas que llevamos despachando», afirma Eduardo, poniendo énfasis «en la calidad del producto, que primero que nada lo probamos nosotros y nos garantizamos de que funciona y se vende bien, por eso lo mejor es no hacer cambios; aquí tenemos siempre sota, caballo y rey, y eso lo saben y lo valoran nuestros clientes», zanja.

Conscientes del valor que tienen los negocios de proximidad, en esta tienda priorizan los productos locales como la miel de la cooperativa ‘Sierras Andaluzas’, cuya envasadora se ubica en el polígono industrial de Castilblanco. «Podríamos tener mieles de otros proveedores a precios más ajustados, pero estamos comprometidos con nuestros apicultores que hace años pusieron en marcha una cooperativa para dar salida a la miel que recolectan y, aunque a menudo nos toca ir a procurar la miel a la propia cooperativa, queremos seguir ofreciendo esta miel, que es la que saca adelante a familias de apicultores de nuestra zona», expresa Romero con satisfacción «aquí la máxima es que si a ellos les va bien, también nos irá bien a nosotros, y en lo poco o lo mucho que podamos arrimar el hombro tratamos de estar».

¿Cuál es el secreto para que un despacho pequeño se mantenga prestando servicio durante casi 30 años? «Hay que ser muy constantes, estar detrás del mostrador es algo muy sacrificado, y más si es desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la tarde un día y otro, llueve o ventee, para el día bueno y para el día malo», confiesa. «La gente se piensa que lo duro es abrir un negocio, y no es así, lo complicado resistir con una clientela que te permita no solo pagar las facturas y los impuestos o gastos imprevistos por averías o renovación de maquinaria, sino una rentabilidad aunque sea mínima para mantenerse», abunda Eduardo Romero.

LUGAR DE ENCUENTRO VECINAL

Más allá de una tienda tradicional, el despacho de Eduardo y Dolores es un espacio de encuentro entre los vecinos donde se comparten intereses y preocupaciones, y por donde pasan personas de todas las edades que van impregnando el local con su huella.

«Cuando nos faltan vamos echando de menos a clientes que han venido a la tienda de manera habitual durante muchos años porque tenían alguna parcela en el campo, en las urbanizaciones locales como La Colina, La Arboleda, Las Minas o Sierra Norte, o en las fincas, o que veraneaban por aquí en las casas de sus antepasados… y al saber que ya no están siempre recordamos los momentos que hemos compartido entre compra y compra», explican Eduardo y Dolores, «porque la relación en este mostrador siempre es cercana y la venta está acompañada de una conversación que a todos nos sirve de desahogo y nos ayuda, y de un interés por la otra persona, con cercanía y en muchos casos, con mucho afecto», cuentan.

Muestra de la importancia de las personas que pasan por aquí se manifiesta en las paredes, de donde cuelgan fotografías de algunos clientes, como Rocío Jurado, así como tarjetas de otros negocios amigos.

Un factor relevante es la relación del negocio con sus proveedores o representantes. «Son trabajadores como nosotros que vienen a llevarse el pan para sus familias, con la mayoría estamos trabajando desde el primer día y hemos visto nacer a sus hijos, casarse, separarse, celebrar buenas noticias o llorar las malas, son parte de nuestra familia y de la historia de nuestra tienda», expresa Dolores Márquez. «En los últimos años hemos despedido a algunos representantes, como el de los quesos, porque se jubilaba, y a la semana nos intercambiamos algunos mensajes sobre el Betis y el Sevilla, porque más allá de representantes son amigos y nos gusta seguir en contacto con ellos, y cuando nos visitan es motivo de alegría para todos», confiesa.

En la misma avenida la máxima es de cooperación entre la mayoría de los negocios. «Todos nos conocemos y tratamos de apoyarnos, somos complementarios: los domingos es fácil encontrarnos almorzando en Bar Los Cazadores, o cualquier día después del almuerzo tomando un café en Bar Los Vázquez, Piquera, La Venta, Macarena…», explica esta familia.

AFICIÓN AL FLAMENCO Y PASIÓN POR LA FAMILIA

La digitalización llegó para quedarse, y ha facilitado los procesos también en esta pequeña tienda de pueblo. «Nos resistíamos a poner el datáfono para aceptar pagos por tarjeta y por el móvil», confiesa Eduardo, «pero ahora son más las ventas que hacemos por tarjeta que en efectivo». Entre las primeras innovaciones, todavía en los años noventa, fue el peso que permite hacer las cuentas y emitir un tique de compra al instante: «hasta entonces hacíamos las cuentas con papel y lápiz en libretas, o con la calculadora».

A las pantallas de Facebook se acercan con el perfil de Eduardo Romero, que llega a miles de personas y mezcla las publicaciones sobre el negocio con otras imágenes familiares o videos: «antes que nada somos personas, y aunque la mayoría de clientes conocen una faceta pequeña de nosotros detrás del mostrador, tenemos nuestra vida como cualquier otra familia y nos gusta compartir los momentos felices que vivimos y alegrar a nuestra clientela», explica Romero.

Del mañana nadie sabe, entretanto, en esta tienda de Castilblanco miran a horizonte sin decaimiento y con ilusión. «El sol sale todos los días para todos, estamos contentos de estar facilitando la vida a muchas personas en su día a día para el desavío, con productos que seleccionamos para ellos, o simplemente para escucharles, porque aquí no tenemos prisa, y ellos saben que estamos, y eso es algo muy gratificante», insiste Dolores.

En los últimos años, las redes sociales han hecho que se viralicen algunos videos de la familia. «A Eduardo lo han escuchado cantar por todo el mundo, lo que antes eran unos fandangos en un día especial en nuestra familia, porque él es muy aficionado pero no se dedica a cantar, ahora lo conocen y lo valoran muchas personas de las que despachamos día a día, que han descubierto otras de sus facetas», concluye Dolores. El tendero se anima a cantar junto a las clientas, demostrando esa relación de cercanía única.

COOPERADORES CON INICIATIVAS DEL TEJIDO ASOCIATIVO

En este despacho hay hueco para la solidaridad. «Los que estamos detrás del mostrador colaboramos todo el año para las actividades de las asociaciones, de los colectivos y de las hermandades del pueblo, tanto para el chiringuito que ponen en alguna romería, como vendiendo participaciones de lotería y calendarios, o aportando para el lote de productos que luego sortean para recaudar fondos para la celebración de fiestas o procesiones», detalla.

Colgados sobre un alambre se observan algunas de estas colaboraciones, como los calendarios con la imagen de la patrona, la Virgen de Gracia, para ayudar al arreglo de las campanas del templo parroquial, o el calendario de la Virgen de Escardiel, que lo venden a beneficio de la construcción de su nueva Casa de Hermandad. Una relación, la de pequeños empresarios como ellos con el movimiento asociativo, que tiene efectos multiplicadores y posibilita que los eventos sociales de este municipio de 5.000 habitantes sigan sumando años de la forma más digna posible pese a las crisis y los avatares.

Con el cierre provisional de un negocio familiar emblemático a primeros de año, como es Casa Birbi, el modelo de tienda de ultramarinos tradicional ha quedado tocado en este municipio, donde operan varias cadenas de supermercados que concentran el mercado de la distribución de alimentos. El de Eduardo y Dolores resiste como exponente de un negocio pequeño, cargado de historias, que sirve de gran expositor a otros negocios de cercanía con la atención y calidez propias de otras décadas.

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